Lorena Ledesma Magni: El arte de una basavilbasense en Paraná

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Mantenerse en movimiento y autogestionar, una forma de vivir el arte de acuerdo a Lorena Ledesma Magni. Ella fusiona el grabado y la intervención en las calle

Pinturas vivas traspasan el calado de un stencil, manos multicolores agitan una y otra vez unas latas de aerosol, otras tantas presionan con fuerza los tipos móviles. Esas manos reflejan mensajes, persiguen luchas e inundan de arte las calles de cualquier ciudad. El arte expresa, de una y mil formas, comunica, dice y grita lo que otros callan. A través de esas manos manchadas de pasión, las calles tienen voz, se levantan y acompañan, reflejan emociones, se atreven y no se paralizan.

El arte, para Lorena Ledesma Magni, es constante movimiento y le pone el cuerpo, como una condición insoslayable de ese permanente hacer. Ella desde su infancia en Basavilbaso tuvo contacto con el mundo de las expresiones artísticas. Al trasladarse a Paraná, su paso por la Universidad Pública para especializarse en Grabado y Artes Visuales fue una puerta para comenzar a transitar espacios de intervención artística colectiva e individual. La autogestión, el cuerpo en movimiento en las calles, la acción y el compromiso con los derechos humanos se fusionan como parte de la identidad de Lorena Ledesma Magni, quien en una entrevista con la revista Tuya, describe su recorrido artístico.

—¿Cómo surge tu gusto por el arte visual?

—Creo que tiene mucho que ver con mi identidad y con mis ancestros. Desde chica siempre fui a distintos talleres de dibujo y pintura, y también mi mamá hacía música y mi papá estaba en bandas. Además desde los 15 años toqué la batería y estudié piano, por lo cual tuve distintas etapas en lo que es el arte y la música.

—¿Por qué decidiste formarte en arte y no en música?

—Elegí el arte porque por ejemplo de grabado no sabía nada, y me generaba mucha curiosidad. Así fue que realicé la Tecnicatura y Profesorado en Artes Visuales y me especialicé en Grabado .

—¿Cuál es la potencia del grabado en el arte?

—Siempre me pareció mágico porque es una técnica dentro de la disciplina de las Artes Visuales que nunca sabés cómo va a salir la estampa aunque hayas realizado un boceto puede salir distinta. Hace tres años pude comprarme una prensa de grabado con la que voy probando distintos procesos e ideas. En mis producciones individuales trabajo mucho también con la palabra, y tratando de que el grabado sea híbrido y lúdico A su vez utilizo objetos que voy encontrando en la calle para abordar la memoria colectiva y social de esos objetos. Y todos esos elementos pasan a ser parte de mis matrices.

—Además de los procesos artísticos colectivos e individuales ¿decidiste dedicarte a la docencia?

—Sí, soy profesora de Artes Visuales en escuelas secundarias estatales de Paraná y también docente en la Universidad Autónoma de Entre Ríos (Uader). Esto

también marca mucho mi camino artístico porque considero que va de la mano del camino académico.

—¿Te ha transformado ese recorrido en las escuelas y el contacto con los jóvenes?

—Sí, totalmente. Hace siete años que me dedico a dar clases y los estudiantes me han transformado cien por ciento. Los gurises han sido un motor fundamental

para incentivar mi búsqueda permanente de algo que me guste a mi pero también a ellos. Me resulta más didáctico y dinámico lo que molesta, lo complejo y lo que requiere más tiempo investigar. En ese encuentro con los estudiantes sucede que te invitan a pensar algunas cosas que como profesora me angustian, me hacen ruido, y me duelen. Me interpela mucho la palabra de esos jóvenes.

—Das clases en la Facultad de Humanidades, Artes y Ciencias Sociales de Uader ¿cómo transitás ese espacio?

—Sí, en el profesorado de Artes Visuales doy el Taller de Acción Educativa de 4° año, y el Taller de Grabado I. Estos espacios van por el lado de una acción artística y técnica desde el grabado y me interesan.

—¿Integrás otros proyectos?

—Hace cinco años formo parte de proyectos artísticos como Grupo Humano Paraná que hacemos performances, instalaciones e intervenciones en la calle. Asimismo trabajamos en gestionar algunas muestras. Allí me acompaña Guillermo Hennekens, Liliana Pedrotti y Hernán Guerrero; y también integro Artistas para el Pueblo donde trabajamos una gráfica identitaria popular y realizamos afiches tipográficos. En este espacio colectivo también estoy junto a Hernán.

—¿Cuánto te ha aportado y nutrido Grupo Humano?

—Muchísimo. Siempre pensamos las acciones y las performances en la calle, es decir nunca entendemos el cuerpo aislado de los procesos artísticos. Cabe la palabra grupo humano por la contención. Hemos realizado performances e instalaciones con objetos en la calle, y trabajamos mucho para organismos de derechos humanos con temáticas que a nosotros nos interpelan y nos llaman a estar presentes.

—¿Qué proyectos tenés previstos para más adelante?

—En este momento estoy realizando mi tesis de la Licenciatura en Artes Visuales, cuyo proyecto ya lo presenté y fue aprobado, por lo cual estoy trabajando con personajes urbanos que transitan la ciudad de Paraná, que irrumpen por distintas cuestiones, y mi idea es producir estampas grandes sobre ello. En esa línea tengo pensado realizar un libro de artista, y si se puede digitalizar y editarlo.

—¿Nunca pensaste en volver a Basavilbaso?

—No, no sé si a mis procesos artísticos le sumaría. Podría tener un taller pero no podría accionar tanto desde un lugar colectivo, por lo que no me sentiría tan contenida. Siempre me veo en movimiento, trabajando en Paraná y pensando en identidades litoraleñas.

—¿Cómo es trabajar la identidad litoraleña?

–Es un proceso de momentos de quietud y de fluir. Veo al litoral como al río, es decir esta ciudad en la cual parece que solo se recuerda al río cuando es verano. Desde ahí laburo mucho la identidad del río y el mar. Creo que quizás quienes nacen en Paraná lo tienen al paisaje naturalizado y no lo piensan tan desde afuera como lo ve uno que viene del interior.

—Decías que trabajás en tus expresiones la memoria colectiva, derechos humanos e identidad litoraleña ¿hay algo más que te atraiga para tus procesos artísticos?

—Siempre me atrajo lo que es la cultura popular. Cuando hice la última materia del Profesorado trabajé mucho sobre el Gauchito Gil, la identidad y la cultura popular. Lo híbrido entre la música, la sociedad y lo plástico. A todo ello lo fusioné con la crisis del 2001 ya que en estas circunstancias las

personas tendemos a aferrarnos a algo para tratar de salir a adelante, ya sean personajes populares o mitos. De hecho, a muchos grabados los realicé en función de la cultura popular y la mixtura.

—¿Cuesta la inserción para quien se dedica a las artes visuales?

—En mi caso Paraná me dio un montón de posibilidades. Voy haciendo muchas cosas porque me gusta, pero creo que aún es difícil abrir camino para los artistas plásticos cuando fluye todo tan pasivamente. Cuesta que se generen laburos o que te llamen para hacer algo. Está cambiando de a poco, aunque considero que no hay que quedarse con los brazos cruzados, hay que salir, hacer, y no quedarse en la queja.

 

DIARIO UNO