El aparato fue diseñado por el Laboratorio de Fluidodinámica (LFD) de la Facultad de Ingeniería
En medio de la pandemia del coronavirus y ante la falta de insumos necesarios para poder atender a los infectados en estado crítico, la UBA desarrolló un dispositivo para ampliar las capacidades de los respiradores mecánicos y permitir la ventilación simultánea de dos pacientes.
A través de un comunicado, la universidad explicó que el rector de esta institución, Alberto Edgardo Barbieri, “armó un proyecto interdisciplinario” para “poner a punto y evaluar la habilidad” de esta nueva herramienta que fue diseñada por el Laboratorio de Fluidodinámica (LFD) de la Facultad de Ingeniería.
La prueba se realizó en el edificio de Ciencias Veterinarias de esta casa de estudios, ya que el mismo “cuenta con uno de los más modernos y equipados laboratorios de ensayos clínicos y un grupo de profesionales altamente especializados en ventilación mecánica de modelos animales con patologías pulmonares severas”.
Para la ocasión, el decano de esa Facultad, Alejo Pérez Carrera, convocó a la cátedra de Anestesiología y Algiología, que está a cargo del doctor Pablo Otero, para participar de esta iniciativa que el director del LFD, Guillermo Artana, bautizó como Ampliación de la Capacidad del Respirador Artificial (ACRA).
“Esto que en principio parece sencillo, es realmente complicado; el proyecto enfrentaba originalmente varios desafíos: ¿Cómo individualizar la ventilación de cada paciente, siendo que el respirador es solo uno? ¿Cómo convertir al dispositivo en un controlador del respirador sin afectar sus cualidades? ¿Cómo elegir las situaciones clínicas en las que el uso del dispositivo podría indicarse?”, explicó Otero.
Los equipos de la UBA lograron concluir las tres fases inicialmente planificadas “en menos de seis semanas de intenso trabajo”, las cuales se basaron “en el diseño, la operatividad y la compatibilidad del dispositivo”; los ensayos del mismo, “que fueron efectuados en complejos simuladores capaces de reproducir diferentes patologías, inclusive la producida por el COViD-19”, y las pruebas biológicas, “que sumaron toda la complejidad a la que deberá ser expuesto” el aparato “de tener que emplearse”.
Asimismo, la universidad destacó que “si bien existen en el mundo varios proyectos similares en curso, todos dejan importantes preguntas sin responder”, y es por eso que lo que hace diferente a esta nueva herramienta en comparación con las demás “es haber podido resolver la demanda de individualizar, en forma independiente, la ventilación de dos pacientes de manera simultánea, asegurar la compatibilidad con los respiradores disponibles en el mercado y satisfacer las necesidades clínicas terapéuticas”.
“Sin embargo, lo más relevante de esta iniciativa fue ver cómo, grupos de estudio inicialmente inconexos, abocados a temáticas distantes de la pandemia, de un día para el otro mancomunaron los esfuerzos para que hoy la innovación pueda ser evaluada y validada por las agencias reguladoras y los médicos responsables del cuidado de los pacientes”, destacó Otero.
Respecto de los fundamentos de este desarrollo argentino, la UBA menciona que, frente a la magnitud de la pandemia en todo el mundo, “la comunidad de profesionales encargados de asistir a los enfermos, abrumados por la falta de ventiladores mecánicos y la necesidad de incorporar al algoritmo del triage la opción de escoger cual paciente recibiría asistencia ventilatoria mecánica y cual no, comenzó a analizar -y, en ocasiones, a implementar- la práctica de compartir un único ventilador mecánico para dos o más enfermos.
Recientemente, la universidad fue noticia por el programa de voluntarios en el que participan más de 7 mil alumnos para ayudar a personas mayores en medio de la pandemia, hecho que fue destacado incluso por el diputado radical y vicedecano de la Facultad de Económicas, Emiliano Yacobitti.