Fuerzas de seguridad y los jóvenes: Entre la línea del bien y la línea del mal

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Pasada la medianoche del viernes, y tal vez como era de esperarse dada la fecha conmemorativa y los ánimos festivos, jóvenes –y no tan- de Basavilbaso se acercaron a la plazoleta San Martin, pleno centro de la ciudad, para poder disfrutar de los pasivos festejos de Navidad. Con evidente y valorable gesto de madurez y responsabilidad, evitaron la “clandestinidad” y decidieron auto convocarse bajo las luminarias del principal paseo público que tiene la ciudad.
El centro estaba iluminado, los autos paseaban como es costumbre en cada noche festiva de diciembre, los bares cumplían con las restricciones correspondientes y los jóvenes se acomodaron de manera pacífica con parlantes y conservadoras, era una noche de verano más como hacia tiempo no se veía. Todo se desarrollaba en paz, todos disfrutaban de una fecha tradicional que no podía pasar desapercibida. Sin ir más lejos, al mismo tiempo, en ciudades vecinas como Urdinarrain y Rosario del Tala se habilitaban espacios exclusivos para que los chicos puedan asistir, con su respectivo control de seguridad, tal como se había planteado en Basavilbaso y lamentablemente nunca se llevó a cabo, dado que la policía –en teoría- no está autorizada a proveer personal de seguridad. (Usted, lector, está invitado a respondernos por qué Tala y Urdinarrain si y Basavilbaso no)
Y si leyó hasta acá, tal vez, le haya reconfortado saber que todo se desarrollaba en paz y armonía, pero no fue así, o sí, pero no. Por supuesto vamos a destacar que no hubo disturbios “mayores”, sin embargo lo que ocurrió es algo que debe llamarnos la atención, ya que a las 4 de la mañana, en esa plazoleta serena y llena de alegría, irrumpió la fuerza del orden y persuadió -por utilizar un término gentil- rápidamente el espacio público.
La osadía de la fuerza no termino allí. El éxodo de los mismos jóvenes hacia un lugar privado y sin habilitación formal, ubicado en zona oeste, fue inevitable.
Una vez más debemos preguntarnos cuál es el criterio de la fuerza de seguridad, sea provincial o nacional, cuando actúa en Basavilbaso; nadie entiende por qué “invitan a retirarse” de una plaza, empujando a la gente a la clandestinidad. Porque eso fue lo que pasó en Basavilbaso en la madrugada del 25 de diciembre: la policía local corrió a la juventud hacia una fiesta clandestina.
Consultado sobre lo sucedido, el Oficial Ávila, Segundo Jefe de la dependencia local de policía, informó que el personal local trabajó en conjunto con la Brigada Abigeato y Gendarmería. “Dimos cumplimiento al Decreto local que indica que los locales nocturnos deben permanecer abiertos hasta las 04:00 horas, no sacamos a nadie de la plaza y en el local de barrio oeste, donde se realizaba una fiesta, llegamos con los móviles cerca de las 05:00 horas y desalojamos, haciendo el informe correspondiente que se remite al Juzgado Federal”.
Entonces… ¿Es justo culpar a los jóvenes por asistir a una fiesta clandestina?, ¿qué tan clandestina era esa fiesta?, ¿por qué la policía desaloja un evento privado a las 5 de la mañana (según informan) cuando, desde pasada la medianoche, se podían observar luces, música y autos en el lugar?, ¿hay complicidad entre los organizadores y la policía? Si la orden es que los locales nocturnos deben permanecer abiertos hasta las 4 de la madrugada, ¿por qué vimos a la fuerza policial cercando la avenida San Martín –desde ambos extremos- para que los jóvenes se retirasen?
En fin, la incongruencia.
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Luisina Kleiman 👩🏻‍💻
DIRECCIÓN PB