El viejo hotel frente a la Estación Basavilbaso. Escribe Prof. Silvina Perez

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Las historias que se tejieron en su interior y la permanencia de su construcción a lo largo de los años, nos llevan hoy a recorrer el camino del viejo Hotel “Corti”, un antiguo comercio de Basavilbaso, que trascendió al tiempo y al olvido.
Este edificio, está fuertemente ligado a la esencia, a la vida y transcurrir como comunidad, al ferrocarril en pleno auge y la inmigración.
Es así como arriban los protagonistas de nuestra historia a Estación Basavilbaso, provenientes de Rosario; don Felipe Bregliano, su familia y su yerno, el joven Ercole Corti, atraídos como muchos, por las posibilidades de progreso que prometía la pequeña urbe, se afincan en estas tierras a comienzos de la segunda década del siglo XX.
Cuando en 1921 la estación es trasladada a su actual emplazamiento, para el servicio de pasajeros, el barrio Oeste cobra un nuevo dinamismo, y un moderno hotel, en este lugar privilegiado, era una excelente oportunidad de hacer negocios, albergando a los viajeros que debían hacer escala y esperar combinaciones.
Fue entonces que Bregliano, quien había instalado a su llegada el antiguo hotel “Italia”, en una propiedad que había adquirido en Avenida Urquiza, parte de San Martín y Josefa Lagocen, decide comprar un nuevo solar entre las actuales arterias Hipólito Yrigoyen (por entonces de acceso a la estación) y Josefa Lagocen, (ex J.J. Paso) para instalar un nuevo negocio, estratégicamente ubicado, dejándolo en manos de una de sus hijas, Claudia Pascuala, y su yerno Ercole Corti. Según testimonios de descendientes de dicha familia, Bregliano quería asegurar el porvenir de su hija mayor y su familia, ya que tenían varios hijos. Corti, quien había trabajado en el ferrocarril, en el servicio de comidas que se brindaba a los pasajeros en el coche comedor, luego se dedica con su esposa a su propio negocio.
Es así que, a comienzos de los años 20, el 9 de Julio de 1923 nace el histórico HOTEL, inaugurándose con un baile al cual asistieron gran cantidad de personas y autoridades, dato obtenido por el periodista basavilbasense Ricardo Galarza y publicado en su medio “El Pregón”.
En sus comienzos se denominaría LONDRES, así lo atestiguan algunas fuentes documentales, siendo este un dato preciso, desconocido hasta el momento. Posteriormente, hacia 1936 fue refaccionado y pasaría a llamarse ITALIA, y con el correr del tiempo, hasta llegar a nuestros días, conocido por el apellido de sus dueños, CORTI.
Si bien es un dato curisoso que pudiera llamarse Londres, debido a que fuera iniciado por italianos y sus descendientes, intentando hacer una aproximación histórica y siendo esta una hipótesis personal, ese nombre se encontraba más a tono y en consonancia con la actividad férrea, ya que por entonces el ferrocarril pertenecía a los ingleses.- Descender del tren y alojarse frente a la estación, era como llegar a una gran ciudad y la prolongación del paisaje de las paralelas de acero. En 1924 una publicación del periódico LA JUVENTUD, manifestaba que “Basavilbaso es fuera de dudas uno de los centros más importantes del Departamento Uruguay. Vasta y rica zona ganadera y agrícola, movido y fuerte emporio comercial e industrial. Una de las primeras y productivas de la región”.
Imaginemos por un instante el mundo ferroviario, las viejas locomotoras a vapor haciendo su arribo a la estación, colmada de gente, pasajeros que debían hacer tiempo, los trabajadores del riel, quienes venían a recibir o despedir a los viajeros, los soldados, agentes de policía que custodiaban el orden, los carreros, los curiosos y niños.- Los sonidos típicos, la mezcla de emociones entre alegría, tristeza, añoranzas, esperanza, la llegada y la partida. La estación era el paseo por excelencia, y su concurrencia, nutrida, amalgamaba las distintas culturas existentes en la villa.
En 1928 se realizó un lunch, organizado por el club Atlético para agasajar a los legisladores nacionales Víctor Etcheverry y Ambrosio Artusi, quienes habían gestionado y obtenido un aporte dinerario para la entidad deportiva. En el reverso de la fotografía aparece el nombre de hotel “Londres”, y si analizamos minuciosamente la imagen no caben dudas que es el mismo edificio.
Mucho se ha dicho de la presencia de personalidades que pasaron por el Italia. De acuerdo a datos aportados por Leticia Corti, nieta de don Ercole, su padre solía contarle que allí conoció siendo un niño a Hipólito Yrigoyen en su paso en la década del 20, recordando con orgullo haberle tocado del hombro.
Hasta el momento no se tienen datos si funcionó en paralelo con el viejo Italia, lo que sí se sabe que como consecuencia de la crisis de 30 don Felipe se traslada a Buenos Aires, llevando consigo los hijos mayores del matrimonio.
En 1936 un aviso publicitario en un medio gráfico local, Corti comunicaba a su distinguida clientela y público en general que se encontraba nuevamente en Basavilbaso con el antiguo hotel Italia, contando con grandes reformas, cocina especial, buenos dormitorios y precios módicos.
En las páginas del periódico local “Crónica”, con fecha 4 de enero de 1936 bajo el título “La cena en el Italia” se relata de un evento ofrecido por los ferroviarios “que se quedan y en honor a los que se van”, despidiendo con espíritu de camaradería a quienes eran traslados en forma definitiva a la ciudad de Concordia. La concurrencia contó con las altas autoridades de la empresa, siendo un evento oficial y de rigor.
Sus paredes guardan muchos recuerdos y otros tantos secretos, un lugar de estadía de pasajeros, de descanso; el salón engalanado con la columna hecha en los talleres Vasena, fue escenario de reuniones sociales, políticas, visita de autoridades, famosos y anónimos. Contaba con lujosa vajilla, loza blanca, copas de cristal, soperas de metal plateado, excelente atención, menú económico y descuento a ferroviarios. Su patio ornamentado con plantas dispuestas en canteros, pérgolas, parras, aljibe, y una vieja palmera en el centro. Fue un lugar de mucho movimiento, una multiplicidad de personas lo transitaban a diario, sumado la presencia de los niños de la familia, ya que el matrimonio Corti, tuvo diez hijos, y algunos de ellos compartieron las tareas.
En las vacaciones se convertía el lugar que convocaba a la familia, su patio es mudo testigo de las diversiones infantiles. En la galería solía sentarse doña Claudia en su sillón de mimbre acompañando y disfrutando de sus nietos, quienes la recuerdan como una mujer muy maternal. La gran palmera “estaba en el medio del jardín, y era centro de nuestros juegos, pues a su alrededor construíamos nuestra aldea aborigen, nuestra ciudad medieval o aquel hábitat que señalaran nuestras fantasías”. El testimonio de Leticia Corti, también relata que, en el verano de 1954, un ciclón azotó parte de la ciudad provocando daños importantes en la planta alta del edificio, donde habitaba la familia. El lugar se encontraba repleto de gente, y en plena cena, se cortó repentinamente la luz, el viento azotaba las persianas y los hombres del lugar trataban de sostenerlas con todas sus fuerzas, los niños rezaban, y luego miedo, llantos, corridas con linternas para evaluar daños, caos. Toda la mampara de vitrales que cerraba el piso superior, que iluminaban la bella galería con piso en damero, se había caído sobre el patio interno, sostenida por la pérgola.
Supo de tiempos de apogeo y con el transcurso de los años, fue corriendo la misma suerte del ferrocarril. Alrededor de él también se contaron historias de misterio, como la de un suicidio que pudo haberse producido en el lugar.
Durante algunos años fue un punto de parada de colectivos, brindando los servicios de terminal de ómnibus. Los tiempos cambiaron, y el edificio se fue deteriorando, la privatización del ferrocarril también marcó su ocaso. Los años 90 marcaron el punto final y la oscuridad.
Hoy ha cobrado vida y la recuperación y restauración de este edificio, patrimonio arquitectónico de la ciudad, es una realidad. De la mano de Gerad Sussay, un francés que se enamoró del lugar y adquirió la propiedad, se iniciaron las obras de refacción, dirigidas por él, con su minucioso trabajo. Hoy recorrer este lugar, tan arraigado a nuestros sentimientos, que continúa conservando su estilo de construcción en cada uno de los detalles, hasta el más pequeño, es una hermosa experiencia. En 2018 se lleva a cabo su reapertura, con la inauguración como salón de fiestas “Le Chateau”
Desde sus balcones podemos observar el Basavilbaso de hoy, con un halo de nostalgia de tiempos pasados, sabiendo que algunas cosas permanecen, pero otras se transforman. Y así el antiguo hotel, cobró vida en la recreación de un castillo al estilo de los que se encuentran en la Francia natal de Gerard.
Prof. Silvina Alejandra Pérez-
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Mónica Flores, Miguel Julio Neira y 55 personas más
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