Centenario de la escuela Nª 91. Escribe la Prof. Silvina Perez

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El 14 de octubre de 1920 cobraba vida en Basavilbaso, un nuevo establecimiento de educación primaria, la ESCUELA NACIONAL N° 58, para instruir e impartir a los niños los saberes elementales, afianzando los sentimientos hacia la patria y su pertenencia a ella. También se incentivaba el ahorro postal

Un grupo de hombres impulsaron este proyecto: Enrique Zingg, Umberto Podestá, Samuel Kaplán, Pascual Codeglia, Jaime Furman, Máximo Hoffman, R. Rodríguez, Bernardo Rabinovich, Rullansky, Ercole Corti, Manuel Lischinsky, Israel Ropt y José Ruminsky, personalidades representativas del comercio, del gobierno local, la empresa de colonización judía y el ferrocarril; quienes fueron asesorados por el visitador de escuelas nacionales Don Rosendo Vilchez.

Desde sus comienzos contó con el apoyo de los vecinos de la villa, incluso del radio más alejado, inscribiéndose para el año 1921 un total de 254 alumnos, de 1ero a 4to grado. Es así como los hijos de una mayoría inmigrante van a recibir educación, como una herramienta de integración, formándolos como ciudadanos argentinos. El estado nacional se hacía presente en las provincias para erradicar el analfabetismo reinante en las primeras décadas del siglo XX. La escuela reunía a hijos de ferroviarios, agricultores, jornaleros, profesionales, comerciantes, empleados, trabajadoras domésticas y de labores, albañiles, herreros, carpinteros, entre otras actividades desarrolladas en la comarca.

Las escuelas dependientes de la Nación tenían un elevado nivel académico por sobre las provinciales, es por eso que muchas familias tenían preferencia por ellas; dato proporcionado por sus protagonistas. Era frecuente la visita de inspectores para controlar el desempeño escolar, los cuales dejaban asentado por escrito las observaciones.

Su primera directora fue Filomena del Carmen Vilchez, trasladada desde la provincia de San Luis.

El nombre “La Pampa” fue instituido por el Concejo Nacional de Educación el 26 de noviembre de 1930. En un pasaje del Acta de denominación se expresará: “Para una institución de enseñanza que encauza a los niños en la corriente del saber, pocos nombres serán tan apropiados como el de La Pampa, dilatada y rica región de la República que puede ser símbolo de la libertad de nuestra patria; que si es grande en extensión, es más grande aún en el concepto de sus leyes libres, tan sabiamente condensadas en el Acta del Congreso de Tucumán, reafirmadas en el preámbulo de su Constitución y encarnadas como un dogma en el pueblo Argentino”.

Desde sus primeros años funcionó una Asociación Auxiliar Cooperadora, donde el personal docente tenía una actividad preponderante.

En 1942, con el afán de encontrar un medio educativo accesible a todos los alumno, y brindarles alegría y distracción, se inicia el Cine Escolar, adquiriéndose un proyector

cinematográfico con el cual quincenalmente se daba una película instructiva y otra de carácter ameno, dado que la mayoría del alumnado contaban con escasos recursos o pertenecían a familias numerosas. Esta modalidad fue una innovación reconocida por las autoridades, a través de las mismas los alumnos podían conocer el territorio argentino, las industrias y lugares históricos.

Se crea el Teatro de Títeres “Gauchito”, se preparaban las obras, los muñecos, el vestuario y la decoración. También en esa década funcionaba un club deportivo, la biblioteca del aula y un museo; se recibió un banco carpintero con todas las herramientas necesarias para ser utilizado por el alumnado en la confección de trabajos.

Dentro de la escuela encontramos dos objetos simbólicos: el piano y el busto a San Martín. Una escuela debía tener un piano para enseñar las canciones patrias y llevar a cabo los actos; era un instrumento fundamental.

El busto a San Martín data del año 1945, en que se celebraron las Bodas de Plata, un homenaje de los maestros y ex maestros. Para 1948 funcionaban 15 secciones de grados.

La Escuela Nacional 58 comenzó a funcionar en un edificio alquilado al Sr. Martín Wouterlood, (calle Isidoro Neyra, hoy New Shop y casa de la familia Muñiz); en los años 40 fue necesario alquilar un local auxiliar, dado la magnitud de alumnos que había adquirido. En 1948 se inicia la construcción del edificio propio en un terreno adquirido a la Jewish Colonization Association, entre calles Dr. Eduardo Tibiletti, 3 de Febrero, Kaplán y Avenida Alem, su actual emplazamiento, inaugurado en 1951 y realizado por la empresa de Hipólito Tack (Arquitecto) y Francisco Crnich (Constructor).

En 1950 se crea el periódico escolar El Ceibo, donde distintas generaciones han sido cronistas y escrito en sus páginas, su temática versaba sobre noticias locales, información institucional y conocimientos de distintas asignaturas, entretenimientos y efemérides. Por entonces se produjo un crecimiento del alumnado que superó todas las expectativas, ascendiendo a más de 500 alumnos.

La acción mancomunada dentro de la institución permitió que la cooperación y la solidaridad se manifestaran a largo de estos 100 años de vida a través de los diversos grupos u organizaciones, como Asociación Cooperadora Ayuda al Niño, que ha sido un pilar fundamental, el Club de Madres, Ropero Escolar, Club Amigas del Jardín, Cruz Roja, Cooperativa El Hornerito, Biblioteca escolar.

En 1978 comienza el proceso de integración con motivo de la transferencia de las escuelas nacionales a la órbita de la provincia, es así que cambia su numeración, transformándose en Escuela N° 91 “La Pampa”.

El siglo XXI trajo renovaciones edilicias, la ampliación de su infraestructura, la construcción de un salón de usos múltiples, el edificio propio del jardín, y a pesar de los cambios, permanece allí, en el acceso de “nuestra escuela”, cual fiel custodio, la figura

emblemática de Domingo F. Sarmiento, obra de su ex alumno, el escultor Carlos Chabeuf. También sus miniaturas de próceres argentinos modelados en arcilla, siendo alumno, forman parte de la riqueza artística que allí se atesora.

Los tiempos cambian, nuevos aires llegarán, pero todo permanece intacto entre sus paredes, los recuerdos, las vivencias, las enseñanzas, los docentes, el personal auxiliar, los compañeros, porque una escuela constituye una gran familia… tantos nombres inscriptos en las páginas de su historia. Allí aprendimos nuestras primeras letras, nos educamos en valores, nos formamos como niños, adquirimos conocimientos y herramientas para proseguir los estudios, desarrollamos nuestras habilidades para desempeñarnos en la vida, cada uno en la época que le tocó transitar sus aulas, con sus paradigmas, su contexto histórico y cultural que fueron propios de cada época a lo largo de este centenario de vida. Los recreos, mudos testigos de los juegos, las viejas hamacas, los patios, el ceibo, y el mástil que despliega al viento nuestro mayor signo de argentinidad, la bandera que nos enseñaron a amar por siempre.

 

“No cabe duda. Ésta es mi casa aquí sucedo… Ésta es mi casa detenida en el tiempo”

Mario Benedetti-

 

Prof. Silvina Alejandra Pérez.