Este miércoles llega a Basavilbaso el periodista, corresponsal en la guerra de Malvinas, Nicolás Kasanzew. A partir de las 20 horas estará brindando una charla abierta a la comunidad denominada “Prohibido Ocultar”.
El evento, organizado por la Secretaria de Cultura, Turismo, Educación y Juventud del municipio de Basavilbaso se realizará en el salón de la Biblioteca Popular Luz Obrera.
Kasanzew nació en 1948 en Rusia y a los cinco meses viajó con su familia a la Argentina. Los hechos bélicos lo acompañan desde esos tiempos tiernos: periodista e hijo de un militar que luchó en la Segunda Guerra Mundial, descendiente de oficiales del Ejército del Zar.
Para muchos, a través de ese aparato llamado televisor, fue la cara más conocida de la llamada “Guerra de Malvinas”.
-¿Dónde estabas hace 40 años?
-Estaba en mi casa sin sospechar para nada de lo que se venía, me había hablado dos días antes el productor de Canal 7 proponiéndome que vuelva al noticiero y había aceptado sin saber para nada lo que se avecinaba.
-¿Cómo era Argentina hace 40 años? ¿Cómo eran los medios de comunicación con los que se informaba la gente?
-Para ubicar a las actuales generaciones un pantallazo visto desde hoy parece la Edad de Piedra. Obviamente no había celulares, no había computadoras, no había satélites. Nosotros, una vez en Malvinas, calculamos qué hacía falta para transmitir en directo desde las islas al continente: ¡había que poner siete barcos en fila India hasta Buenos Aires, cosa imposible!. Así que mi material yo lo mandaba por los aviones. Se burlaban del bloqueo, era imposible mandarlos por otra manera.
-¿Qué recordás de ese 2 de abril de 1982?
-Ese 2 de abril a la mañana me despierto con Víctor Sueiro, colega y amigo. Y me comunica la noticia. ¿La reacción?: feliz como argentino pero me quería matar como periodista. Estaba en pantuflas en mi casa. Me voy al canal, de traje y corbata, a grabar mi promo de reingreso al noticiero, y le preguntó al productor ¿a quién mandaste?. Me dice que a nadie. Entonces le digo “¡Mandáme a mí!”. Ellos sabían que me gustaban las coberturas de situaciones extremas y ahí está el motivo por el cual me habían re- contratado.
-O sea poco de casualidad…
-Uno es periodista, estamos cortados por una tijera. Pasa que un día pica el bichito… yo vengo de familia militar. Me hubiera gustado, siempre lo dije de niño, vivir lo que vivió mi padre. No hay nada más rico que ver al ser humano en situaciones extremas porque se caen todas las caretas y eso me pasó en Malvinas.
-Te pido ejemplos…
-Un tipo que parece un halcón se convierte en un corderito y un tipo que parece un corderito, saca pecho y se convierte en un león. Entonces me había interesado eso y había advertido que mi organismo daba porque la cuestión es, si te da el organismo porque pienso que la gran cantidad de pánico… paraliza; la pequeña cantidad de miedo, es excitante, es agradable y uno se siente intensamente vivo. Siendo periodista o siendo militar, se siente cuando empiezan a silbar las balas… Antes no sabes. Yo había sentido silbar las balas y me había gustado.
-Habláme del viaje a Malvinas, por favor.
-Ese 2 de abril salí de traje y corbata porque era urgente; fuimos hasta Comodoro y no nos dejaron saltar a las islas. En ese momento salimos con un grupo de periodistas para Malvinas, el 3 me compré una campera de apuro en Comodoro Rivadavia. En ese mes de abril estuve entrando y saliendo porque no se podía transmitir en directo de Malvinas… hasta que el 23 ya me quedé.
-¿Por qué vos te quedaste?
-Tenía miedo de quedar afuera cuando se cerrara el bloqueo; entonces ya no salí más. Sólo tenía esa camperita que no abrigaba demasiado. Y un oficial me regaló una campera de trofeo de un Royal Marine y la usé durante todo el conflicto. Es más, la conservo hasta el día de hoy como mi tesoro más preciado: era una campera muy buena, que tenía muchos bolsillos y podía llenarlos de galletitas con cosas que después repartía entre los soldados.
-Nicolás, ya pasaron 40 años. ¿Qué fue Malvinas?
-Malvinas fue una gesta heróica, cosa que el pueblo argentino todavía no se ha enterado porque se la han ocultado. Pero vista a la distancia, dentro de unos años va a estar a la par del cruce de los Andes. En 1982, Argentina enfrentó a una potencia mundial apoyada por una superpotencia apoyada por el resto del mundo. Se peleó de igual a igual y estuvo a punto de hacer retroceder a los invasores. No lo digo yo, lo dicen los jefes militares ingleses. Lamentablemente, al día siguiente de la caída de Puerto Argentino se instaló este fenómeno de la “desmalvinización”.
-El otro día Owen Crippa me decía que ningún Gobierno, desde Malvinas para acá, tomó la gesta en serio y sólo lo hacen para la fotito de manual buscando el voto…
-Yo te lo amplío: desde la caída de Puerto Argentino; es decir, desde el Gobierno militar, el primero que ocultó todo fue el propio Gobierno militar. Después siguieron en la misma senda los gobiernos civiles. Los motivos son muchos, está el tema de los militares del ’83 que querían esconder lo que había sido mal hecho en Malvinas. A su vez, está el tema de los gobiernos civiles posteriores: escondieron lo que estaba bien hecho, porque era reivindicar una parte de las Fuerzas Armadas… la que se batió con honor y con valores. Por lo tanto, Malvinas implicaba de alguna manera romper con esta demonización de que todos los militares son malos. Es lo que sigue vigente hasta el día de hoy: todos los militares son malos. Entonces, Malvinas no convenía y se quería seguir demonizando a las Fuerzas Armadas.
-No parece algo lógico siendo que pasaron 40 años ya…
-Pasa que el ejemplo de los héroes eleva el ejemplo y a los políticos no les conviene un arquetipo real de un héroe que transmite valores: para ellos es mucho más fácil manejar una sociedad que no tiene esos arquetipos. Eligen leyendas, deportistas y personajes de la farándula. No les conviene a los políticos porque los héroes levantan la vara y al levantar la vara se eleva la población que se inspira en ellos; no les conviene una población elevada. Es más fácil saquearla, engañarla y llevar de las narices si no tienen esos arquetipos.
-¿Por qué te ilusionas que con el tiempo la sociedad va a igualar el cruce de Los Andes con la gesta de Malvinas?
-No es optimismo, es realismo basado en que el propio peso de la guerra de Malvinas es tan extraordinario. Lo que hicieron nuestros combatientes en ese momento, admirados por el resto del mundo, especialmente la Fuerza Aérea, la versión naval que se va a imponer por su propio peso. No tenemos tantas gestas heróicas como para inspirar a la gente. Si la Argentina sigue existiendo como Nación (hace silencio y agrega: “Eso es un interrogante, porque no sabemos si no se disuelve”), serán reivindicados los héroes de Malvinas. Llegará un día que va a explotar Malvinas, se dará una “Malvino-manía”. Nosotros necesitamos, para sobrevivir como Nación, tener sentido de pertenencia y orgullo: ¡Justo lo que comprobé en las historias de los héroes de Malvinas!
-¿Qué mensaje le dejarías a los ex combatientes y veteranos de guerra?
-Yo a los veteranos les digo que hagan ejercicio, yoga, reiki y dieta, porque hay que llegar al aniversario 50 de la guerra de Malvinas.
-¿Por qué?
-Porque nuestro país es así. San Martín fue desconocido y prácticamente expulsado del país; lo reivindicaron 50 años después de haberlo echado. Espero que los veteranos, como a San Martín, 50 años después de Malvinas, sean finalmente reivindicados. Se que algún día va a ocurrir eso con Malvinas y espero que sea en vida de ellos.
[Nota de Dario Pignata de El Litoral]