Según publicó Clarín en una nota escrita por la periodista Natasha Niebieskikwiat, si bien el 7 de abril pasado Urribarri fue condenado a ocho años de cárcel e inhabilitación perpetua para ejercer cargos públicos, por los delitos de peculado y negociaciones incompatibles con la función pública, sigue al frente de la embajada de Israel, que se levanta en Tel Aviv.
Urribarri fue uno de los primeros embajadores políticos designados por la gestión de Alberto Fernández.
Esa noche del 7 de abril, al calor de las noticias de su condena, el ex gobernador presentó la renuncia al presidente al tiempo que anunciaba que iba a apelar. “El fallo de primera instancia de hoy es una clara muestra de arbitrariedad, injusticia y atropello al Estado de Derecho”, tuiteó sobre el filo de la madrugada. Y agregó: “Voy a apelar con la convicción de que me asiste la razón. No obstante, he puesto a disposición del presidente mi renuncia como embajador”.
En Presidencia, le aceptaron la dimisión pero el decreto sobre el fin de su misión todavía no llegó a Tel Aviv. Sin eso Urribarri no está formalmente ido. Y sin ello tampoco puede iniciar los trámites de regreso.
Según averiguaron fuentes del diario Clarín, Urribarri no va a la oficina central de la embajada pero sigue siendo embajador desde la residencia argentina.
Al mismo tiempo, fue corrido de escena durante el reciente viaje a Israel del ministro del Interior, Eduardo “Wado” de Pedro, quien viajó con otros dos ministros (Julián Domínguez, Agricultura, y Daniel Filmus, Ciencia y Técnica), y siete gobernadores a la misión de cooperación técnica y científica centrada en el manejo del agua. No se lo vio en ninguna actividad pública.
La delegación argentina fue atendida por varios funcionarios de la embajada argentina en Tel Aviv y en particular por el encargado de negocios, Francisco Tropepi, un diplomático leal a Urribarri, y quien quedaría al frente de la misión cuando el entrerriano se vuelva a Buenos Aires, y hasta tanto no nombre un nuevo embajador.
Ello hasta podría pasarse hasta después de las elecciones de 2023 y quedaría la sede en manos de Tropepi, que es de carrera diplomática.
En esos días de la visita de Wado de Pedro a Israel, Urribarri hizo una visita a Chipre, ya que la embajada argentina es concurrente allí, pero igual mantuvo contactos con los gobernadores y ministros que lo aprecian y respetan como “un buen compañero” que sigue hablando con Cristina Kirchner y algo menos, con Alberto Fernández.
La situación a su vez es compleja. Como no fue removido, sino que renunció por decisión propia, una vez que se pronunció su condena en primera instancia, le corresponderían las normas usuales para este tipo de casos.
Plazos para volver
Su gestión finaliza cuando es aceptada por el Presidente y la aceptación de su renuncia debe ser comunicada por cable a la Embajada argentina en Israel. Una vez que se notifique de la aceptación de su renuncia, el embajador dispondrá de 45 días corridos para regresar a Buenos Aires. Es el lapso establecido para el regreso de los diplomáticos cuando finalizan sus funciones, explicaron en el Palacio San Martín.
Entonces podría estar en Tel Aviv hasta mediados de año mientras a su vez apela a su condena, y el ministerio público a su defensa, en un caso que hasta podría llegar a la Corte Suprema.
Urribarri se encuentra entonces en una situación comprometida también en lo diplomático: si bien su continuidad al frente de la Embajada lo hace objeto de críticas de sus adversarios políticos dentro y fuera de su provincia porque está condenado en primera instancia por hechos de corrupción, legalmente no debería abandonar su cargo en Israel sin que se cumplan los procedimientos establecidos.
Ello podría también generar problemas responsabilidad administrativa. Porque puede considerarse “abandono de su puesto”.